viernes, 24 de mayo de 2013

Rumbo a Siria Kaláshnikov en mano


Kaláshnikov en mano, cinta negra en la frente, chaleco militar y ropa de camuflaje, varios jóvenes se entrenan en el campo de refugiados palestinos de Ein El Helwe, en el sur de Líbano. En medio de una plantación de bananas, a medio día y bajo la mirada de un grupo de niños que se reúnen a varios metros de prudente distancia, se preparan ya sin esconderse los combatientes de las facciones islamistas que más tarde se unirán a los rebeldes sirios. Es una imagen que se reproduce cada vez más abiertamente en diferentes zonas del Líbano, mientras las divisiones entre suníes y chiíes libaneses se agrandan con Siria como de telón de fondo.
En la localidad de Ersal son suníes los que se entrenan, para unirse a los rebeldes sirios. En el resto del valle de la Bekaa son los miembros de Hezbolá los que cruzan habitualmente la frontera en apoyo al régimen de Bachar el Asad, arrastrando con ellos diariamente al Líbano un paso más adentro en la guerra civil siria. Hezbolá controla militarmente tanto el sur del país en la frontera con Israel, como el este, en la frontera con Siria. Desde allí, la milicia ha organizado su apoyo a las tropas de El Asad en la reciente toma de la localidad siria de Qusair.

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